Cuentan leyendas que existen seres que solo pueden ser vistos en ocasiones culminantes. Dícese que estos seres tienen un poder único, el que el Universo les concedió.
Estos seres, cuentan, pueden encontrarse a menudo con alas. Algunas negras, otras blancas, pero grises, las más. Son distintivos, quizá. Rangos, dirán. No hay mucha relevancia en esos datos.
Cuando uno se acerca, cuando uno te enfrenta, dicen que su rostro cambia de forma. Cuentan que si te conectas con sus ojos, ellos te traerán una abstracción digna de universos alternativos, llenas de aquello que no se puede mencionar, pues aún carece hasta de nombre para nuestro nivel de razón.
Su presencia te paralizará.
Miedo no será lo que llegarás a sentir. Sentirás neutralidad, aquella que llega en momentos de indescriptible paz interior. Y es esa paz la que guiará, iluminará o condenará tus instantes siguientes.
El tiempo va a detenerse a tu alrededor.
Sus ojos te harán conocer ciudades olvidadas, pueblos abandonados; volarás con sus alas durante una eternidad perdida en un segundo. A través de un universo entero de caos, de orden, de amor, de odio, felicidad, de angustia, de tristeza, de soledad, de amistad, de frialdad, de calor humano, de calor infernal, de gélido infortunio, de puñales que atraviesan, de heridas que sanan, de cicatrices que marcan, de vendas que las protegen, de falsedad inequívoca, de erróneas medias verdades, de mentiras a uno mismo, de historias sin contarse, de verdades insoportables, de colores en daltonismo, de imágenes en tus oídos, del propio amor que abraza tu mente y la razón estrangula al corazón.
Te harán ver lo que no quieres ver.
Te harán escuchar lo que no quieres oír.
Te harán sentir aquello que dejaste ir.
Te harán vivir aquello que pensaste muerto.
Te darán un aviso y solo uno, previo.
Que solo puedes poseer uno de esos universos.
Que debes elegirlo ahora.
Pues si dejas pasar la oportunidad, te condenarás a repetir el ciclo; hasta que se te cruce otro ser, y detenga el tiempo. Pero cada vez que dejes pasar, te darás cuenta que se llevará algo de ti. Te dejará un solo regalo si rehusas...
La rutina.
La mísera rutina que se esconde en rostros de dulzura, que se esconde en rostros de pasión ardiente, que se esconde tras una máscara de sonrisas y carcajadas que irán descendiendo en picada; como quien regala esperanza autoconvenciéndose de que es un bien.
Aquel ser te hará ver todo eso.
Pues es un ser alado, y no posee un rostro único.
Pues cuando lo mires a los ojos te darás cuenta, de que no es más que un espejo.
Un espejo que mira dentro de ti.
Que lo que ves es lo que deberías ver.
Que lo que sientes es lo que deberías sentir.
Que lo que te presenta es una realidad incuestionable.
Que no importa cuál sea la decisión que tomes frente a la balanza, contal que la decisión sea tomada.
Solo así este ser te dejará seguir.
Te liberarás de él... y lo volverás a encontrar más adelante.
Y cada vez que te mires al espejo serán sus alas las que estarán detrás de ti.
Será su protección la que cuidará tus pasos.
Aunque todo siempre haya estado en tu mente y solo en tu mente.
(lunes, 1 de diciembre de 2014)
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